Thursday, October 28, 2010

Mujeres con muchas voces que no se quieren callar

por María del Carmen Maciel Cruz

Miradas reveladoras, risas compartidas, interés por conocer de ellas y todas con un mismo objetivo: SER RECONOCIDAS.

Un comentario de mi compañera mexicana “¿Conversatorio? Más bien diríamos “Chismerío”… al momento que esperamos el elevador para iniciar la búsqueda de alzar nuestra voz, sin gritar, pero ¡fuerte! para ser escuchadas.

Así da inicio el II Conversatorio Internacional “Las mujeres rurales en los procesos productivos: Generación de valor y distribución de beneficios” en San José, Costa Rica.

Alrededor de 80 personas, un 95% de mujeres, nos reunimos en la Sala Milt del Hotel Balmoral, para “conversar” como nos gusta, entre mujeres.

Los caballeros un poco apenados, participaron atentos pero callados, seguramente al sentir el poder femenino, reunido en un mismo salón.

Sabemos que las mujeres nos hemos enfrentado, desde nuestros antepasados, a la discriminación social, política, cultural.

Y nos preguntamos: ¿Por qué nuestras actividades no son reconocidas, no tienen prestigio, poder? ¿Tenemos derechos? ¿Cuáles son? ¿Hasta cuándo seremos valoradas por nuestras capacidades?

Padecemos las consecuencias de una subordinación discriminatoria, presentando analfabetismo, sumisión, violencia intrafamiliar, agresión sexual, humillaciones y subvaloración de manera cotidiana.

Es el hombre quien da este singular “valor” a la mujer, quién es el protagonista, el hacedor de la cultura. La sociedad conoce y acepta esta condición privilegiada porque “así ha sido siempre”.

Tenemos el compromiso de continuar promoviendo la participación de la mujer y su acceso, en igualdad de condiciones, a los recursos y a los programas de apoyo ofertados en el sector adecuado de nuestro país.
Todas tenemos grandes talentos y habilidades, tareas por hacer, cosas por aprender y más acciones que emprender.

Somos mujeres trabajadoras de familia, que hacemos actividades no remuneradas y con poco reconocimiento social, como el cuidado y la educación de los hijos, la limpieza y manutención de la casa; mientras que las funciones de producción que muchas veces requieren de mayor fuerza física, se asignan al hombre, y no sólo son ampliamente valoradas y remuneradas, sino que además generan poder, autoridad y estatus social.

Una mujer empresaria tiene que lidiar con el hecho de que a veces su marido puede apropiarse de sus ingresos para sus propios fines. También puede ocurrir que su marido retire su contribución al hogar sosteniendo que ya no es necesario, puesto que su mujer tiene sus propios ingresos. Como resultado, la mujer podría tener que utilizar todos los ingresos procedentes de su negocio para el mantenimiento diario de sus hijos, encontrándose ante la imposibilidad de reinvertir a niveles adecuados. El capital activo de su empresa podría entonces desaparecer.

Esto implica que el verdadero desafío está en la democratización de estructuras familiares mediante la distribución equitativa de responsabilidades, tanto económicas como del cuidado y atención de los hijos en una asociación armoniosa y libre de violencia, tanto al interior de la familia como en la comunidad en su conjunto, éste reto trascendente significa necesariamente una revolución cultural que rompe con los esquemas de vida de tradiciones indígenas comparable con el proceso de evangelización que sufrieron hace quinientos años, y cuyos resultados positivos no pueden pensarse a corto plazo.

El crecimiento de las empresas en manos de mujeres se ve limitado por las relaciones desiguales de poder dentro del hogar, esto se manifiesta a través de la división del trabajo por género y del control ejercido por los hombres en la economía doméstica. Debido a que las tareas domésticas son asignadas casi siempre a las mujeres, tienen que dividir su tiempo entre dichas tareas y sus actividades empresariales, las cuales se ven afectadas por no ser atendidas.

Entonces, cuál es nuestra “identidad” si tenemos múltiples roles, como mujeres, esposas, madres, hijas, empresarias.

Recapacitemos y pensemos, vamos a defendernos, hacer valer nuestros derechos, pero hagámoslo de manera constructiva y propositiva.

Considero que este encuentro nos servirá para abrir los ojos, y no sólo los propios, si no los ojos del mundo, porque es una problemática que aqueja a toda la población de diferentes comunidades con diversidad cultural, pero del mismo género, MUJER, al frente de proyectos productivos que pueden surgir ahora, y que a través del fortalecimiento y apoco económico, podrán crecer.

María del Carmen Maciel Cruz
Proyecto PRODESNOS (674-MX)
México

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