Por Paolo Silveri
Han pasado 10 años desde el inicio del Proyecto Uruguay Rural: los primeros
cinco caracterizados por una implementación lenta e incierta, mientras
que en los otros cinco el Proyecto supo dar una vuelta de 180 grados,
logrando un largo período de acción económica y social muy intensa. El
PUR, en un contexto político favorable, supo poner en la atención de las
políticas y de las instituciones públicas el tema de la pobreza y del desarrollo
rural, cuando más de una voz en el país minimizaba la existencia
misma de un problema de pobreza en el campo. El Proyecto propuso y
aplicó herramientas y metodologías innovadoras, considerando como eje
central de su labor las personas, con sus aspiraciones, sus estrategias,
sus recursos humanos, sus organizaciones, su capacidad productiva. Y ha
tomado ese camino con mucha determinación y claridad, tanto estratégica
como operativa.
Los proyectos empiezan, se desarrollan y terminan. Lo importante es lo que
queda al final y, en el caso del PUR, queda mucho. Los resultados y las metas
físicas están en este y en otros informes, además de ser visibles en
los ingresos y en la capitalización de las fincas y casas de los pequeños
productores y pobres rurales que han participado en el Proyecto. Algunos
intangibles, como el apoyo para la creación de la Dirección General de Desarrollo
Rural en el MGAP y las Mesas de Desarrollo Rural en los departamentos
de todo el país, así como las muchas organizaciones locales de productores
fortalecidas, también están a la vista y, para el Fondo Internacional de
Desarrollo Agrícola (FIDA), son logros extremadamente relevantes, pues representan
un espacio totalmente novedoso en el panorama institucional
para el sector y una plataforma que permitirá continuar en el proceso de
desarrollo rural y de políticas públicas que lo sostengan en el tiempo.
La implementación del PUR ha sido marcada por una capacidad novedosa
y fructífera de obtener lo mejor posible del encuentro entre una agencia
financiera internacional (el FIDA) y la institucionalidad nacional (el MGAP y
el Ministerio de Economía); entre la intervención del Estado y las expectativas
de la sociedad civil; y del encuentro entre las oportunidades del
mercado, la tecnología, las inversiones con las personas, que han sido el
norte permanente en la orientación de las actividades del PUR.
El equipo del PUR supo hablar y escuchar a los hombres y a las mujeres
del campo. Ha propuesto, ha polemizado y ha mediado, siempre buscando
una solución que acompañara las aspiraciones de los pequeños productores
y los pobres rurales. Y en la mayoría de los casos lo ha logrado. Las
visitas de campo del FIDA han relevado con frecuencia el testimonio directo
de pequeños productores y productoras que, antes de mencionar las
mejoras en la productividad y en las condiciones de vida en sus familias
y comunidades, afirmaban que el PUR les había "escuchado y devuelto una
esperanza".
Un equipo joven, con la mayoría de los funcionarios y técnicos con menos
de 30 años, una combinación de agrónomos con especialistas de las Ciencias
Sociales, el compromiso personal, las ganas de analizar, de aprender
y de discutir sin cansancio, ha generado un ambiente de trabajo y un tejido
de relaciones con los pequeños productores y pobres rurales basados en
el respeto mutuo y en la profesionalidad con compromiso. Cuando se cometieron
errores, se debieron a exceso de entusiasmo, de ganas de hacer,
de confianza y optimismo, y al principio a la inexperiencia; pero nunca a la
falta de compromiso, de dedicación o de interés. Existe ahora una masa
critica de profesionales jóvenes que han acumulado una importante experiencia
en el desarrollo rural, que esperamos el país sepa aprovechar.
Los logros físicos han sido fundamentales para permitir el logro de los
resultados intangibles, y viceversa. Sin embargo, quizás el mayor aporte
del PUR al Uruguay ha sido definir un camino para que las políticas públicas
logren apoyar y acompañar eficazmente las estrategias y las aspiraciones
de los pequeños productores y pobres rurales, para ayudarles a salir ellos
mismos de sus condiciones de pobreza.
Desde el FIDA, reconocemos que, con ganas, profesionalidad y compromiso,
el PUR ha logrado resultados importantes y sostenibles. El haber podido
acompañar este proceso ha sido para mí un privilegio y una verdadera
satisfacción profesional y personal. Espero que esta experiencia sirva de
impulso para que el país siga creciendo en la identificación, formulación y
actuación de políticas públicas con los hombres y las mujeres del campo,
y no solo para ellos.
Paolo Silveri
Gerente de Programas / División de América Latina y el Caribe.
Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola
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